Tenía que decirlo.

Buenas, bloggers.

Aish. 

¿Recordáis aquella entrada que hice el año pasado hablando sobre la literatura juvenil? Hoy vengo a hablar de lo mismo (yay), centrándome en el apartado amoroso. Oh, el tema del amor. Qué cansancio.

Os preguntaréis que por qué digo cansancio. Os lo ejemplificaré:

Chica conoce a chico (o chico conoce a chica). El chico está rodeado de un halo de misterio al que la protagonista desea por todos los medios dar una respuesta. ¿Vampiro, hombre lobo, héroe, mafioso? A saber. El caso es que siente una conexión a él instantánea. Una atracción que, irremediablemente, desembocará en una relación. Da igual que no lo conozca o que sólo hayan intercambiado un par de frases: ella sabe que le quiere. Y como no podría ser de otra manera, es correspondido: el chico misterioso se muere por sus huesos, aunque todo lo que sepa de ella es su nombre. 

Claro que sí, campeones.

¿A alguien no le suena esto? Por desgracia, este tipo de amoríos se han puesto de moda -desde hace años a esta parte, quiero decir-. Se ha convertido en todo un reto encontrar una novela que difiera del resto, que muestre una historia de amor plausible. Un ejemplo perfecto de una relación que va paso a paso (y la cuál no tiene peso alguno en la trama principal, cosa que se agradece) sería la de Aislados (no voy a decir entre quiénes, obvio). Otro buen ejemplo podría ser Harry Potter (y aquí sí voy a citar las parejas): Ron y Hermione o Harry y Ginny. Son relaciones que se desenvuelven con los años, partiendo en ambos casos de buenas amistades que luego van a algo más. 

Oj, qué bonico ♥

No digo que sea necesario dejar pasar un par de libros para liar a los protagonistas, no. Sólo que el realismo no es el punto fuerte de la mayoría de las historias amorosas que encontramos hoy día en las librerías. Y qué queréis que os diga, pero me cansa. Me cansa encontrar lo mismo una y otra vez. De hecho, cada vez tengo menos ganas de leer un libro si sé que tiene amor de por medio. ¿Por qué no potenciar otros valores? ¿Por qué no hablar de la amistad? Los adolescentes -y en mi caso, no tan adolescentes- no están constantemente pensando en el amor. Claro que es una parte de la adolescencia (aunque ni mucho menos la más importante). Claro que puede resultar bonito encontrar un amor imposible en una novela. Pero cuando eso se ve repetido hasta la saciedad, al final el lector se acaba cansando. Resoplará, se encomendará a los 7 Dioses y esperará que ese aspecto no se le haga especialmente pesado y no le arruine la lectura.

No sé, chicos. Cuando hablo de este tema con amigos o blogeros, veo que todos pensamos lo mismo, que cada vez se nos hace más cuesta arriba este tema. No sé si el problema es de los autores, que incluso se arriesgan a desmerecer otras aspectos geniales de su novela, -véase Hija de Humo y Hueso, mi actual lectura- al caer en ciertos topicazos o clichés o si tiene que ver más con las editoriales. No lo sé. El caso es que cansa. Con la de obras juveniles buenas que hay no entiendo la necesidad de meter amor (y encima, amor 24 horas) con calzador (porque en ocasiones, da esa impresión). 

Yo ahora mismo, frustrada por el tema. Sonríe falsamente, no quemes nada...

Sé perfectamente que el panorama no va a cambiar por mi opinión, es obvio. Ni siquiera por la opinión de un grupo mayor de personas. Nos seguirán vendiendo más triángulos, más amores de "te acabo de conocer pero sé que esto es amor" (gran título para una canción de Taylor Swift), más de lo mismo, con alguna -especial- salvedad cada cierto tiempo. Una de esas magnificas excepciones que me devuelven la esperanza en la literatura juvenil. Pero bueno, buscaba desahogarme un poco y compartir esta reflexión con todos vosotros. ¿Estáis de acuerdo? ¿No? La sección de comentarios es vuestra. 

Un abrazote.
Me voy a estudiar, que es lo que toca~